Están separados desde el año pasado La mujer lo había denunciado por violencia de género. Pidió el botón antipánico pero no se lo entregaron.
Una joven de 25 años denunció que fue atacada por su ex marido. Denunció que le arrojó aceite hirviendo en el rostro, la golpeó y le rompió el teléfono celular con una maza en la localidad entrerriana de Viale.
Tras esas agresiones le dijo que «la tendría que haber matado».
El acusado quedó internado con custodia policial luego de sufrir una descompensación cuando debía comparecer ante el fiscal de la causa.
El hecho ocurrió en un domicilio donde Román Aguilar (35) reside con sus padres.
Priscila Metz (25), la ex esposa de Aguilar, fue citada por él a esa vivienda para supuestamente entregarle dinero para la manutención del hijo de 5 años de ambos.
La mujer debía llevar al niño al jardín y, al intentar firmar un recibo por el tema del dinero, el hombre tomó un jarro con aceite hirviendo y se lo arrojó en la cara, por lo que la joven intentó huir con su hijo.
La puerta de la casa estaba cerrada con llave; entonces su ex marido la tomó de los pelos, la tiró al suelo y le quitó sus anteojos y el celular.
Luego, él buscó una maza y le rompió a ella su teléfono celular, tras lo cual, los padres del hombre intervinieron y la joven pudo escapar.
La mujer atacada se acercó a la comisaría local con «lesiones y quemaduras en el rostro», y denunció que «había sido atacada por su ex pareja», por lo que inmediatamente fue trasladada al hospital Castilla Mira.
Desde el hospital informaron que la paciente se encuentra «estable» y no será derivada, permanecerá internada ya que ingresó con quemaduras de segundo y tercer grado en la parte superior izquierda de la cara y cuero cabelludo.
«Me agarró mucho miedo porque si me pegaba no la contaba, decía que me tenía que haber matado», contó esta tarde la propia Priscila en declaraciones al Canal 9 Litoral desde una de las habitaciones del hospital.
Según la mujer, ambos estuvieron casados hasta que en septiembre de 2021 decidió separarse y denunciarlo porque la «seguía a todos lados».
«No podía estar con amigas, me hacía sentir culpable porque me decía que yo tenía que estar en la casa con él», relató.
«Yo me defendía, pero él si me pega una vez me mata, es el doble y tiene mucha fuerza», agregó la joven.
Había solicitado ante la Justicia que le otorgaran el botón antipánico, pero nunca logró obtenerlo.